Educar para la vida en sociedad a través del uso de la razón y la empatía.
La importancia de educar a los hijos para que desarrollen conductas prosociales parece haberse convertido en el tema fundamental que preocupa a padres, profesores, profesionales de la psicología y pedagogía y neurocientíficos del siglo XXI. Adentrarse en el estudio del comportamiento prosocial puede ser muy complicado, pues utiliza conceptos y vocabulario muy nuevos para los padres del siglo XX. Por ello, a través de un ejemplo se intentará simplificar el complejo mundo de la educación parental prosocial.
Julia, una niña de cinco años que estaba jugando con una amiguita, Marta; que había invitado a casa a pasar la tarde, ha tenido un conflicto con su compañera de juegos porque ante la negativa de ésta ante su petición de que le prestara los colores, Julia se los ha quitado. El padre de Julia al observar la situación, decide hablar con la pequeña.
Padre: ¿por qué le quitaste los colores a Marta?
Julia: Porque yo los quería.
Padre: ¿Cómo crees que se sintió ella?, ¿se puso alegre o triste?
Julia: no lo sé
Padre: Creo que sí lo sabes.
Julia: Me parece que se puso triste.
Padre: ¿Te gustaría que te quitara tus colores?, ¿cómo te sentirías tú?
Julia: me enfadaría y me pondría triste
Padre: Pues así es como se sintió Marta y por eso no deberías quitarle sus cosas a nadie. Porque se enfadan y se ponen tristes. Primero debes pedir las cosas y si te dicen que no te las prestan, no debes quitárselas.
El padre de Julia está ejerciendo el rol social de padre-educador. Entendemos por rol social el “conjunto de funciones, normas, conductas y derechos definidos por un grupo y que se espera que las personas cumplan de acuerdo con el estatus que se le atribuye”.
En este caso, el padre ejerce las funciones que se espera de él, tratando de enseñar a su hija cómo comportarse con sus iguales e intentando contribuir al desarrollo de la conducta prosocial de su hija.
La prosocialidad es definida en el glosario como un conjunto de conductas que favorecen a los otros sin buscar explícitamente una recompensa externa, lo que exige entre otras habilidades, una capacidad previa para detectar cuáles son las necesidades de los otros. Se trata de la operacionalización de las conductas solidarias y altruistas.
Según Hoffman, el niño altruista suele tener padres que basan el castigo en el razonamiento, insisten en los derechos y necesidades ajenas, así como en la influencia que el mal comportamiento ejerce sobre los demás. Así, en la situación descrita, el padre trata de que su hija se percate de cómo sus actos molestan a su amiga, planteándole varias preguntas clave como son: ¿cómo crees que se sintió?, ¿cómo te sentirías tú en su situación?, o ¿te gustaría que se portaran así contigo?
Desde la perspectiva de Eisenberg, cuando los padres manifiestan interés y afecto por los demás, la empatía de sus hijos aumenta. Este tipo de padres son un buen modelo para sus hijos y con las conductas descritas los fomentan en sus hijos.
Por otro lado, el padre, quizá sin saberlo, está ayudando con sus preguntas al desarrollo de la teoría de la mente de su hija, entendiéndose este concepto como “la capacidad para comprender y predecir la conducta de los otros, sus conocimientos, sus intereses, sus intenciones, sus emociones y sus creencias”.
La teoría de la mente es un concepto que va desarrollando con la edad y en el que los niños se volverán cada vez más expertos. Se compone de dos niveles fundamentales: un primer nivel en el que el niño posee una psicología intuitiva que le dice que existe un dominio autónomo de operaciones mentales que se dan “dentro” de ellos mismos y de los otros; y ya a partir de los tres años y medio, empieza a considerar la mente humana como un artefacto que crea representaciones.
El padre de Julia con sus preguntas trata de que la niña se ponga en la piel de su amiga Marta y así pueda comprender por qué su conducta molesta a la pequeña. Para ello, parte de las emociones que despierta en Marta un comportamiento como el que su hija ha demostrado y termina resumiendo las palabras de la propia niña cuando dice que no debe quitar las cosas a los otros porque “se enfadan y se ponen tristes”.
El objetivo del padre es facilitar a la niña el conocimiento social de la situación, así como la importancia de actuar de forma prosocial para conseguir establecer relaciones positivas con los iguales.
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